FOTOGRAFIA
No sé cuantas estaciones tiene la vida. No sé cuantas vueltas he dado yo hasta el momento. Cuántos sueños he perdido en el camino y cuántos he ido recogiendo. Miles de fotografías en colores, imágenes llenas de luz y sombra, recuerdos que brotan por mis poros, para que el olvido, el dolor de cabeza matutino y el vaivén de este tren grisáceo hagan el resto: confundirlo todo, buscarte y confundirte en medio de la muchedumbre. Y en esta embriaguez ocurre lo de siempre; te veo aparecer, pero no eres tú. Veo tu pelo marrón y tus ojos grandes transparentes. Veo tu perfil, la tenue luz blanca de algún aviso publicitario dibujan tu contorno. Tu mano quebrándose en el borde de tu boca, tu frente quejándose, tus labios secos por el frío. Pero no eres tu. Por más que recorra tu cuerpo entre la gente, por más que mire de reojo, no eres tú. El olor de algún perfume a cuero que arremete al abrirse las puertas del vagón, me golpea suavemente y me sacude. El tren sigue su marcha y me recobro, como despertando de una siesta. Y te dejo de nuevo. O eso intento. Te quedas atrás. Y un recuerdo mas se borra, y una fotografía más se decolora con el tiempo.
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