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Sentarse a las orillas del río Futa a escucharlo correr y aplacar toda música externa. No escucho aves, no escucho árboles. No veo nada.
Veo verde, veo agua, veo como avanzo y me hundo con la corriente, y como suben las burbujas a mi frente y me pierdo.
Me pierdo entre las nubes que pasan sobre el agua, que se mueven como si fuera con ellas y fuéramos una sola imagen.
Y aún así, aquí, no dejo de pensar. No dejo de pensar en lo que huyo, el por qué llegué a este punto, el por qué me hace sentir así, por qué me aprieta tanto que no puedo respirar ni mirar a mis papás a los ojos y decirles que no estoy bien y que a veces me quiero morir porque estoy cansada, estoy agotada, se me escaparon todas las fuerzas para seguir despertando, llendo a la ducha, comiendo, hablando, haciendo lo que debería hacer, haciendo lo que se supone que me gusta hacer... haciendo, dejando, mirando, tocando, rozando, soltando.