El lugar al que siempre regreso
Me gusta el sur,
su olor húmedo, el pasto mojado
las casas de madera,
más abundantes que los edificios de concreto.
Me gusta la calma bajo la lluvia torrencial,
el calor de la estufa a leña.
Me gusta la gente del sur
y su acento cantadito;
la amabilidad, la sencillez,
la cordialidad sureña.
Me gustan sus calles angostas
pero sin atochamientos, empujones ni codazos.
Me gusta la comida del sur
abundante y sabrosa.
Los asados al palo
con ensaladas preparadas en grupo
aliñadas con conversaciones y alegría.
Disfruto el mate bien copuchado,
con cedrón, menta
y un poco de azúcar.
Me gusta la luz del sur,
el amanecer tímido entre los volcanes,
el lago como espejo.
Los pájaros avisando de un nuevo día
los treiles pidiendo agua a las nubes.
Me gusta la tonalidad del atardecer,
los verdes anaranjados
el pueblo en silencio.
Me gusta la presencia de los animales,
el perro ladrando al desconocido
un par de gallinas en la vereda.
Me gusta el chancho
que arrancó a pasear por la ciudad
y las vacas
tendidas bajo la sombra de los árboles.
Me gusta la oveja
que entrega su lana en ofrenda
para abrigar al humano.
Me gusta tanto el sur
y su incomparable ambiente reponedor.
Amo el sur, el lugar al que siempre regreso.