En el que se trata de la devastadora fortuna del Caballero
Lo observé tendido en su cama con su particular triste figura. Le había advertido que salir de casa en estas circunstancias sería una aventura perdida, sin embargo, aquellos detestables libros que le aficionaban, le habían hecho perder el juicio. Decidió emprender su viaje bastante protegido, y no precisamente utilizando un barbijo. Ahora vuestra merced respiraba con notable dificultad. A tanto extremo llegó, que, gracias a su valentía e insensatez, la vida lo coronó de la forma menos pensada.
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