Atención: Usted ha dejado de funcionar repentinamente, intente de nuevo
Cinco cuarenta y cinco de la tarde, rehuyendo de mis quehaceres cotidianos, estoy pensando en todas las cosas que tengo que hacer, quizás no alcance, no importa. No puedo ser funcional en este momento, no puedo dejar de ser tan extraña a la generalizada indiferencia de este siglo, los recuerdos me afectan, me sumergen, supongo que pertenezco a la raza débil, que vierte lágrimas de sobra por las injusticias del mundo, desde un gatito botado en la calle, a la derrota fatal de los sueños por allá por los años 70'. Batman, por ejemplo, jamás lloraría por una pérdida, el solo se dedica a combatir el crimen en servicio de los demás, sus ojos deben estar impermeabilizados a la emoción, lo admiro en ese sentido, pero yo no sé mucho de superhéroes, tal vez me estoy equivocando. A veces creo que cualquier mañana, como en el cuento de "la máquina de pensar en gladys", despertaré entre los escombros de tu recuerdo, los pilares de una forzada rutina se destruirán, y entonces todo dejará de tener menos sentido todavía, sin embargo, continuaré haciendo una lista mental de deberes pendientes, seguiré escuchando comentarios de buena suerte sobre mi tesis, sobre otras asignaturas que he descuidado y que las sobrevivo al filo de la renuncia, mientras la fortuna esté conmigo, podré seguir teniendo un poco de tiempo para pensar en tu partida. Por ahora, me atrevo a escribir divagaciones en una página web, aplaco los minutos perdidos, o los instantes que me gustaría tener para retrocederlos. Intento convencerme de que es momento de terminar de escribir, cuando deje de hacerlo, cuando otros lean, todo habrá sido olvidado, la realidad se vuelve enemiga de los sentimientos, el tiempo es oro, y en este mundo de pobres, el amor es la quiebra.
