Elegía a Juan Contreras
No me acuerdo de la fecha
ni tampoco me interesa
como a la vida es que ingresa
este candil con su mecha,
que en tanta burla aprovecha
y en largo también confió,
no ascurriendo que marcó
como el de Tirso en el puerto
un don Juan de nombre cierto
por este lado vivió.
Siempre anduvo con la roca
y las jermus no faltaron,
los anillos no encanaron
el deseo de otras bocas,
aunque esto iniciare rosca
por meterse a otra cama
a la de ocupada dama
como ocurrió en este caso,
un amorío en el ocaso
causó la siguiente trama.
No fue pétreo convidado
quien urdió el breve cobrar
para el infierno arrastrar,
sino un hombre engañado
con vino envalentonado
y un fierro tras la cabeza
de este candil con su mecha
a quien al fin encontró
y de noche remató
con una fría certeza.
Y el finao se apagó
en la fábrica fue hallado
y de cúbito tirado
es como el yuta lo vio
y al tribunal informó.
No pasó mucho ante el juez
quien sólo en un dos por tres
cerró el sumario sin culpas
estimando fue trifulca
cosa'e choros, otra vez.
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