El Gringo Torres
–¡Cállate mierda! ¡Cállate conchetumadre!
Para ser gringo, Manolo Torres manejaba muy bien las chuchadas criollas; así también la cinta con que amordazaron, desde el cuello a la boca, a Henríquez, el vigilante del oscilador que desde una pensión en el centro, interrumpía la señal televisiva del canal 5.
Once the job is done, y con la certeza que Henríquez no haría la gracia de Lázaro, un curita sonreía y disfrutaba en Santiago, mientras al gringo Torres sólo le costó dos botellas de pisco, la huida desde Conce a la Argentina.
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