La ventana
Cristina entró en la pieza de sus hijos y se sorprendió al verlos llorar. Nicolás, de 8 años, consolaba en sus brazos, entre lágrimas, a su pequeña hermana Claudia, de 5 años.
- ¿Qué pasó, niños? ¿Por qué lloran?
- No podemos entenderlo, mamá.- Dijo Nicolás con voz quebrada.- No entendemos cómo pueden ser tan malos.
- Pero, Nico, ¡dime qué pasó!! ¿Alguien les hizo algo?
- No. Es la gente, mami. No entiendo. La gente...- Dijo entre sollozos el muchacho, mientras aún tenía en sus brazos a la pequeña, que lloraba desconsolada.
- Dime, Nico, por favor. ¡Qué es lo que pasa!
Nicolás retiró una mano del cabello de Claudia, describió un arco con su brazo derecho y apuntó a la ventana de la habitación con su dedo índice. Cristina avanzó dubitativa, corrió de golpe la cortina, dejando al descubierto la ventana, y miró a través de ella.
Lo que vio la dejó en blanco, sin palabras de aliento, consuelo o calma alguna. Nada. Sólo pudo hincarse junto a sus hijos, abrazarlos, y llorar junto a ellos, asqueada de aquello llamado “humanidad”.
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