No recuerdo
《Para leer este cuento, es importante ubicarse en Vilches,
comuna de San Clemente, Talca.
Y, en la extrema tristeza de que
usted no conozca este lugar,
puede acudir, tristemente,
a google y buscar fotografías, robarlas
y conservarlas en su retina mientras lee.》
El sol se columpia junto a una niña y le cuenta la historia de un santuario, para que la pequeña imagine con fervor este palacio, le dirá que cierre sus ojos y concentre su nariz en el aroma a eucaliptus que salta desde las hojas perennes. La niña frunce el ceño con los ojos cerrados y repite el ejercicio con agrado.
Había un lugar muy hermoso en el cual para llegar se tenía que caminar por una falsa colina poco inclinada. Podías ir cantando, riendo, observando, como tú quisieras, pero lo importante era disfrutar desde el proceso hasta la llegada hacia las esculturas de madera. ¿Madera? ¿Eucalipto? ¿Sol? Todos estos elementos eran importantes de percibir. Yo me arrancaba a eso de las 18:00h, y los adultos consideraban que a las 19:00h era una buena hora para ir, porque yo ya me había escondido. Se escuchaba elevar canciones al cielo a unos niños que pegados el uno del otro, pensaban que este lugar era mejor que el agua, mejor que las 8 horas que estuvieron disfrutando en los pozones hasta quedar con los labios oscuros. ¡Este lugar es maravilloso! pensaba la niña con ojos de búho, mientras intentaba acelerar el paso para llegar a los palos gigantes de madera. Palos que para ella eran una versión extraña y pobre de los moais. ¡Ay, ese lugar! El olor a pasto y el olor a eucaliptus se entremezclaban y formaban uno de los aromas más exquisitos de este mundo, lo mejor de esto es que el perfume se conservaba en las ropas. Pero, me desconcentro en evocar los recuerdos, perdóname niña. No hay problema, dijo la joven. Es que he perdido la memoria, mientras intentaba contarte sobre el santuario se me han ido los recuerdos, se me fue la vida intentando guardar en mi retina la composición exacta de mi segundo lugar favorito que está dentro de mi lugar favorito y, no recuerdo mucho. ¿Tú tampoco recuerdas? Deberías recordar cuando caminabas con tus pies sucios y con una falda rosada, cuando llegabas y parecía que veías el cielo con todo su esplendor. Los árboles, la madera, esas esculturas te parecían lo más extraordinario que tus ojos habían apreciado a esa corta edad. Me he olvidado, pero tú… Tú deberías recordar porque tienes los mismos ojos de búho que hace 12 años atrás.
No recuerdo nada sol, mientras hablabas intentaba sumergirme en los recuerdos y viajar hacia el lugar, pero no pude llegar. Es difícil, porque han pasado muchos años y no conservé ninguna fotografía. Incluso, intenté buscar en internet pero no encontré nada. Perdón sol, pero sin duda alguna que cuando te mire a tí entre otros árboles, en otros eucaliptus, a través del visillo de la cortina (que me recuerda a los visillos de la cocina de la cabaña), en palpar la tierra, en mis pies sucios, en las hojas secas, en el agua, en la madera barnizada, en las cucharas de palo, en la loza vieja y delicadamente diseñada, sin duda alguna podré volver a encontrar ese lugar.
1