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| Libertador General Bernardo O'Higgins | 15/08/2020 16:22

Mi yo animal





    Voy subiendo por los cerros. Lo hago siempre que después de salir de turno. En este caso, es el turno de noche. Lo de siempre, me puse mis zapatillas, mi buzo deportivo y voy. El palito o "báculo" es indispensable; te sirve como apoyo, ante espinas y ramas gruesas. De repente, aparece una perra; es "La Flaca", mi regalona, que me sigue. Mi nombre es Alberto Almazán, soy un adulto con Asperger diagnósticado hace poco y en este tiempo, he leído y me han comentado muchas cosas de esto. Para mí, es nuevo, porque no fui detectado antes. De chico, siempre me gustaron los animales, pero con las personas no conectaba muy bien, y no es que no quisiera. Muchas veces, ellas no conectaban conmigo. Demás está decir que, sufrí bullying y todo eso. Siempre la gente de ríe. Y así, llegué soltero. Vivo sólo en mi casa, junto a mi gato "Bowie", el de los ojos bicolor. Tal vez sea mejor así, pero bueno... ahí está, mi amiga, esperándome.


- ¡Hola, Flaquita! - la saludo. Me mueve la cola y se me para en las patas, dejándome el pantalón de buzo, con tierra.


     Seguimos subiendo, vamos bien, llevo buen ritmo, estoy respirando bien. Llevo un cuchillo con brújula, que tengo desde que era niño y he ido botando piedras, a lo "Hansel y Gretel"; eso recuerda lo bueno que es, leer un cuento, o ver una película y sacar alguna idea. Nunca sabes si alguna vez, te servirá.


    Ya voy más de la mitad del trayecto, y se ha oscurecido temprano. El pronóstico del tiempo, dice que iba a estar nublado...¡Pero no que anocheciera a las 10 de la mañana!. Tampoco estaba previsto un eclipse solar. Qué curioso, que en este momento, me ponga a pensar en la canción de Bonnie Tyler. No creo que haya un mortal que no conozca "Total Eclipse Of The Heart"; independiente, si te guste o no.


   La "Flaca" comienza a ladrar, y en el cielo, se ve...una luz. Una muy brillante. No creo que sea lo que estoy pensando. Pero parece que si. Me temo que es cierto. La luz...es redonda y se acerca. Entonces corro. Mi instinto me dice que corra, que corra fuerte. 


    No llevo gafas de visión nocturna, ni mis zapatillas llevan cañas, que me protegerían de torceduras. No, no pienso en eso. Sólo corro. Apenas ví la luz y mi instinto me dice que debo correr. Sólo quiero llegar a la pensión y poder contarlo. De pronto, hay un peñasco y caigo. Me protegen las ramas y comienzo a caer como en la película de "Rambo", pegándome rama por rama. También lo hace la perra "Flaca," y me preocupa y alcanzo a tomarla en el aire, conmigo, para protegerla. Me estrello contra un árbol, pero cuidé la posición de la perra, para no dañarla.


   Quedo en unas ramas de un gran árbol, y de pronto, el árbol se mueve, y veo unos seres luminosos que vienen hacia mi. La perra "Flaca" me lame la cara. Me he roto algunas partes de mi cuerpo; articulaciones y tengo heridas en mi cuerpo. Y todo se oscurece. Siento un calor que me rodea. Veo seres de luz, los árboles moviéndose y saludándome,como si me conocieran. Siento sueño. Debo estar muriendo. Ya nada importa. Nada más. 


- Quien es bueno con los animales, no puede ser una mala persona - escucho decir a una voz autoritaria, pero cálida a la vez, mientras, una mano luminosa se me acerca. Espero el túnel de luz y eso o los quince segundos antes de morir. Solo siento paz.


   Despierto, al sentir el despertador del celular;  y estoy en la cama de mi pieza.Debo haber soñado que iba por el cerro... ¡Qué locura!. Me voy a duchar y estoy repuesto. No tengo heridas en mi cuerpo. Pero noto que estoy, más marcado. Sé que el trekking es un excelente ejercicio, pero ésto se puso raro. El espejo no miente, como dice un antiguo "infocomercial" de una máquina de ejercicios.


   Me pongo mi ropa de trabajo, y la ropa está más apretada. Pero no estoy más gordo, esto es otra cosa. Entonces, salgo a comer.


- ¡Gracias por salvarme! - escucho decir a alguien.


  Miro a todos lados y se acerca la perra "Flaca," y me lame la mano y me ofrece su pata, saludándome.


- ¡Hola, Flaca!...¿Cómo estás? - le digo.


- ¡Bien, gracias a tí! - me responde. Esto no puede ser. Esto no puede estar pasando y corro al comedor.


- ¿, Por qué está tan pálido? - me pregunta la dueña de la pensión.


- Por nada. No es nada - le respondí. Si le cuento, no me lo creería. De hecho, nadie.


- ¿Qué se va a servir?. Hay pollo con arroz o churrascos.


- Deme un pollo con arroz  - digo, pensando que el comer, calmaría más el delirante episodio vivido, hace unos minutos atrás.


   Llega con la comida y comienzo a comer. Entonces, siento algo que se mueve entre mis piernas. Es la gata de la pensión. Sigo comiendo, porqué está pasando por mis piernas, "marcándome".


- ¡Me caes bien!...¡Nos caes bien! - escucho otra voz de mujer. Es como un tono de voz femenino, pero más sensual. No como el que escuché con la perra "Flaca" que era más como una mujer amable, de campo.


     Y veo el comedor, y noto que no hay nadie más que la gata y yo. Ésta me mira.


- ¿Porqué te extrañas tanto en escucharme hablar? - me responde. Y no sigo comiendo. Debo estar volviéndome loco. Ésto no puede estar pasando - pensé.  

   Y fuí a trabajar. Fué una noche rara. Escuché voces saludando de lechuzas, búhos, quiques y zorros.


     Al otro día, salgo otra vez, por el cerro, junto a la perra, está vez voy más rápido, y me siento menos cansado que antes. Noto que está vez, me siguen los pájaros, que me saludan.

- ¡Hola, amigo! - me dicen la bandada de loros tricahue a coro. Los saludo y sigo. Y vuelvo a la pensión, a dormir para después, entrar al turno de noche.

   Suena otra vez el despertador, me ducho, me visto y voy al turno a trabajar, normalmente. Lo que sigue, es la cena antes de entrar a turno y me saludan todos los perros que tiene la señora de la pensión. También las garzonas. Después, voy a la barrera principal, dónde me espera la camioneta que me lleva al interior de la faena minera.

     Me topo con mi colega, al llegar y no digo ninguna sola palabra de lo sucedido. En este trabajo faenero minero, sólo haces tu trabajo y listo. Te reportas con el supervisor o prevencionista de riesgos y eso. Y ni te cuento, que te hacen unos exámenes psicológicos para quedar. Es un buen trabajo y no quiero perderlo, por contar que de "pronto puedo hablar con los animales" y estoy más fuerte y ágil. Cómo dice el dicho; "El sabio, calla". Llego al turno, pero antes, se me ocurre preguntar al colega, de apellido Lara, qué es lo que hice en la mañana.


- Subiste el cerro sólo y llegaste más barbón. Eso fue raro, porque no estabas tan barbón - me dice mi colega. 

- ¿ Bajé solo? - le pregunté.


- No. Lo hiciste con la "Flaquita". Tú sabes que esa perrita te ama. Cómo todos los animales.


- ¿No viste nada más raro aparte de eso? - le seguí preguntando.


- Bueno...¡Qué estás más ancho!. Cómo si hubieras hecho tres meses de gimnasio seguido. - me respondió Lara, mi colega.


- Te contaré más tarde por Whatsapp lo que pasa. Tienes que ir a descansar. Yo voy a tomar mi turno al otro lado.


     Me espera la camioneta que me llevará a la planta donde trabajo; lo de siempre. Me cuenta lo mismo y ni siquiera se lo pregunté.


- Ayer fuiste a los cerros. Lo que te gusta hacer. Tenías una barba de dos días y volviste con una barba de dos meses y más fornido... ¿, Qué es lo que hiciste? - me preguntó mi otro colega.


   No le respondí nada. Al llegar a mi puesto de trabajo, me dí cuenta que nadie más me preguntó lo mismo, por lo que define, que sólo dos personas lo notaron. Eso no era malo. Mejor así.


      Decidí no hablar más del asunto, para así "poner paños fríos a la situación" y así, tal vez, se olvidarían de lo sucedido. Es mejor así.


    Voy a tomar unas muestras de suelo y de pronto, siento algo detrás mío que se mueve. Debe ser la perra "Flaca".


- ¡Saludos, hermano! - me saluda una voz de hombre amable y lo que veo frente a mí... ¡Es un zorro!.


- Eeeeeeehh...sa... saludos a ti. - le respondo. Tratando de acostumbrarme a ser el "Doctor Dollittle" criollo. O como dirían también; la versión "Fruna" o "A Cuenta".


- Quién es bueno con los animales, no puede ser una mala persona. - me dice el zorro. Eso ya lo había escuchado antes, pero...¿dónde?. Ahora recuerdo, fué cuando me estrellé cuesta abajo, con el árbol y quedé inconsciente, cuando huia del OVNI, o lo que haya sido. Y me hablaron esos seres. 

    En ese momento, recién mi mente pudo asimilar que lo que estaba ocurriendo, era cierto. Ya no había espacio para dudas.


- ¿Qué haces con el zorro? - me grita López, el topógrafo. El zorro se asusta.


- Tranquilo, López, el es mi amigo. - le digo. Mientras que abrazo al zorro.


- Es primera vez, en mis veinte años trabajando acá, que veo a alguien como tú. Notaba que se te acercaban los animales...¡pero nunca que se te acercara un zorro! - me dice López, riéndose.


- Es de locos, lo sé. Mejor debo ir al zorro - y lo suelto.


- ¡Adiós, amiguito! - se despide de mi el zorro. Noto que López, no lo escucha. Le hago el saludo con la mano, pero no respondiendo de palabra.


  Y seguimos en el turno, recogiendo muestras de suelo, y cosas así. Lo que se hace.

- ¡Hooooolaaaa! - siento un grupo de voces infantiles y no veo ningún niño. Se me ocurre mirar hacía abajo, y lo que veo... un grupo de conejos. Específicamente cinco de ellos.

- ¡Hola, amiguitos! - los saludo. Y les indico que en el sector de las rocas pintadas de blanco, hay numerosas trampas para atraparlos. Sonríen.

- ¡Graciaaaaas! - me agradecen y se van. Y me saludan con una de sus patas en alto, como haciendo un saludo.

   Hasta que llega la hora de la colación; la cena. Con eso se cortará el turno por la mitad, pasando más rápido.


- ¡Por fin! - dice López, y nos llega la cazuela que pedimos de cena; se ve sabrosa. El comedor está lleno. Hay gente de varias empresas. De pronto, se siente un grito en la parte de los estacionamientos de vehículos.


- ¡Un puuumaaa! - grita una de las garzonas de la pensión. La gente está aterrada. Algo en mí, se conecta. Veo al puma cómo si estuviera "en su interior"; como un llamado. Y salgo. Y ahí está.


- ¡Hola, humano! - me saluda. Es un puma grande, pero no siento miedo. Se me acerca. La gente grita.


- ¡Tranquilos todos! - les digo. Y luego, saludo al puma, quien está conmigo. Esperaba una escena de lucha, pero no. El puma ronronea. Y me lame la mano, como uno de los gatos de la pensión o como mi gato "Bowie".


- Tranquilo, amiguito. Ahora necesito que vayas al cerro de arriba...¿OK?. Acá te pueden cazar y eso. - le digo. Lo abrazo. Siento la gente, detrás mío, exclamar con un sonoro "¡Ooooohhh!", tal como cuando no se dan los goles en ciertos partidos de fútbol.


- Está bien, amigo humano - me responde el puma. Y se va, marchando, luego. Mientras que la gente, no puede creer lo que está pasando.


- ¡Adiós amigo! - se despide de mi, moviendo una pata en posición de saludo.


- ¡Adiós amiguito! - hago lo mismo yo.


    Por otra parte, la gente está asombrada..Soy el comentario obligado entre la faena. Hablan de mi, como si tuviera algo especial, hasta hablan de "superpoderes" y esas cosas. Así que me voy despidiendo de mis intenciones de tener un "perfil bajo". López me hace un chiste.


- ¿Cómo es que no vienen a reclutarte "Los Vengadores"? - me dice. Y reímos todos, puesto que la broma fué escuchada por todos los que estábamos en el comedor, durante la cena. El efecto que hace el humor en las personas.

   Yo igual me siento bien. Y sé que seguirán pasando más cosas extraordinarias. Sé que se me harán muchas preguntas, sé que es un mundo nuevo de posibilidades; entablar conexiones con la naturaleza en su totalidad, conocer más animales, incluso hasta gente, entablar relaciones, tal vez... ¿Quién sabe?

   Sé también, que cuando vuelva a mi casa, me saludara mi gato "Bowie"; el de los ojos bicolor y también los gatos de mi vecino; así como los perros del pasaje. Sé que es una vida nueva. Sé que la aprovecharé y sé que la disfrutaré.


     Entonces, volvemos al trabajo y mientras voy en la camioneta, López sonríe y pregunta:


- ¿En qué estás pensando? - sonríe burlescamente.


- ¿Yo?...¡En nada! - mientras veo los cerros y los árboles también, a los cuáles, siento sus voces también, y me saludan.

- ¡Que tengas una buena jornada, amigo! - me dicen, todos juntos. Y los saludo con una sonrisa.

   Estoy feliz que por fin puedo encajar y esta vez es con la mismísima naturaleza, y feliz de que es  mi propia naturaleza, la que por fin se pudo conectar con su yo...mi yo animal.

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